Grupo Análisis en el Ciberespacio


Introducción. Hanne Campos

A principios del tercer milenio Juan Campos tiene la convicción absoluta de que la comunicación humana, sobre todo la profesional, se desarrollará en el espacio virtual de la Red global. Su propia comunicación con los colegas, teniendo su anclaje en el diálogo presencial de Grup d’Anàlisi Barcelona,  a partir de entonces se desenvuelve exclusivamente en este medio. A la vuelta del congreso de la AIPG de Buenos Aires en 1995 —año, como puntualiza a menudo, en el que Bill Gates lanza su Windows ’95— se pone en contacto con el server de listas en español RedIRIS.es, que le facilita el establecimiento de la lista Foro de Grupo Análisis en Lengua Castellana. El experimento de este Foro virtual, a pesar del título, no es un foro temático. Con él Juan se propone averiguar si en la Red era posible que surgieran cibergrupos guiados por principios grupoanalíticos y, después de unos años, pensaba que así era.

El traslado, a comienzos de milenio, de todos los proyectos y actividades al ciberespacio podría parecer tan simple como lo expresan estas palabras. No es así. En primer lugar, quizás valga la pena recordar la importancia que tenía para Juan Campos aquel momento histórico. Al empezar su primer cibergrupo grupoanalítico de trabajo se acordó de la anécdota del comentario de Foulkes a su esposa al llegar a casa después de haber reunido por primera vez un grupo de sus pacientes en la sala de espera del consultorio que compartía en un centro comunitario: “Hoy ha tenido lugar un suceso histórico en psiquiatría, pero nadie se ha enterado de ello”. Identificado con la situación de Foulkes en aquel 1939, este fue sin duda el sentimiento que Juan tenía ese día de febrero de principios del nuevo milenio.  Se sentía parte de un largo proceso de, para decirlo de algún modo, devolver el individuo a su origen grupal, proceso que comenzó en Burrow a principios del siglo veinte, a quien Foulkes había leído unas décadas antes de su primer grupo grupoanalítico en Exeter. En segundo lugar, Juan Campos lleva al ciberespacio todas las circunstancias y problemáticas de los grupos y del grupoanálisis de aquel momento, que al principio quedan encubiertas o desplazadas por las novedosas características de las grupalidades virtuales de la Red global. ¿Cuáles son estas circunstancias y problemáticas? Es durante los años ochenta que Juan va definiendo las ideas y conceptos que caracterizarán su práctica grupoanalítica. En las Instrucciones para aquel primer cibercurso (2001, Alfa y Omega del grupo análisis en Foulkes) confía a los inscritos que su vida profesional se ha venido desarrollando siguiendo el modelo de ruptura educativa descrita en su trabajo de 1978, que en aquel primer tramo correspondía a la vertiente de su militancia docente. Era importante, decía, evitar en lo posible la identificación masiva del grupo con el «maestro» o la doctrina de la que éste es portador. Fue una toma de decisión radical nunca más abandonada y descrita en otra parte de este Blog (1975-1988) [1], que además incluía la creación de una “co-visión inter pares” en vez de la clásica supervisión por parte del enseñante. Queda lejos el interés, heredado de Foulkes, en la relación entre psicoanálisis y grupoanálisis. En una autocrítica irónica, apuntando a su ya clásica referencia a Freud, recuerda aquellos años diciendo que al parecer aún suspiraba ‘por ese alguien que algún día se atreva a embarcarse con la patología de comunidades culturales’ y que nos traiga de allí de las abismales profundidades del inconsciente la teoría reveladora­, en otras palabras ¡la Biblia!

El siguiente tramo, también según los comentarios que se hacen a la etapa mencionada, corresponde a su militancia analítica. Entonces Juan había llegado a la conclusión de que  “lo único transferible de una situación bi-personal —la psicoanalítica— a una multipersonal de análisis —la grupoanalítica— es la actitud analítica de la que es portador el analista”. Este posicionamiento, quizás el más decisivo en su desarrollo profesional, es de suma importancia ya que descarta cualquier posible atributo de poder o de autoridad a la persona del analista. Respecto a este ‘ocupar el no poder’, este ‘sostener la actitud analítica’ contra viento y marea tiene un antecedente paradigmático cuando Juan es el Reporter del Anual Winter Workshop de Londres de 1981 [2]. Es en este lugar de  Reporter y a través de una interpretación que le hace Pat de Maré que se da cuenta del estrés tremendo que significa no pertenecer a ninguno de los grupos del Workshop, de no tener más lugar que aquel lugar efímero de su palabra para reportar lo que observa, escucha, experimenta o recuerda. Diríamos que más efímero aun es el lugar del que convoca un grupo virtual, sin más respuesta que unas posibles comunicaciones escritas. Seguramente no iremos desencaminados en pensar que a caballo de los milenios Juan empieza una tercera y última militancia, la cibernética, otro posicionamiento radical que tampoco abandonará ya más. Parece que lo único que no puede escoger el ser humano es su destino; es posible que lo reconozca y que escoja algunas de sus respuestas. En retrospectiva parece que el destino de Juan Campos fue ser el reportero, el terapeuta, el grupoanalista de grupos. Entre sus dichos preferidos estaban “lo que el grupo enfermó, el grupo debe curar” y “grupo, primero cúrate a ti mismo”. Cuando Pat de Maré le ofrece aquella interpretación de “Pero, Juan, tu eres el terapeuta del Workshop”, Juan comenta: “Comprendí y aprendí de que para hacer este trabajo uno debería ser reconocido como tal y pagado para soportar esta función.” Como decíamos, a veces las respuestas al destino se escogen, aunque fuera en contra de toda advertencia. Estos son retazos de historia escrita, como puede haber otros,  que echan luz sobre los porqués personales de la historia que estamos comentando.

Sin embargo, lo que aquí nos interesa es dilucidar cómo se desarrolla el grupoanálisis de Juan Campos durante el siglo pasado y qué efectos tiene este desarrollo sobre su evolución en el espacio virtual. En cuanto a la ruptura educativa y la relación con lo que llama su militancia docente, Juan se mantiene firme en su actitud básica respecto al grupoanálisis como instrumento de investigación que posibilita el cambio de cada uno, de todos como grupo, y uno de cuyos objetivos es promover una cultura grupal. Las nuevas tecnologías aportan una plétora de recursos para compartir conocimientos y espacios de diálogo. Asimismo se mantiene un objetivo ineludible que es que cada grupoanalista —como cualquier profesional— debe convertirse en su propio historiador, hacerse sus propias preguntas, buscar sus propias respuestas, y emprender esta tarea por si mismo ya que nadie la puede hacer por él[3]. Hemos de admitir que el ejercicio de ‘enseñaje’ en la Red global sigue tropezando con las mismas piedras que cuando la enseñanza y el aprendizaje se servían o se sirven de teorías enlatadas y clases magistrales: falta de tiempo para reflexionar y para desarrollar una práctica coherente con lo reflexionado.

La militancia analítica de Juan Campos eleva la idea de actitud analítica al orden de concepto y la transporta al contexto grupal. Podríamos decir que la ‘des-incorpora’ en el sentido de que el grupoanalista no es grupoanalista por “un saber hacer”, por estar en posesión del poder analizar el grupo, sino porque es portador de esta actitud. Vista bajo la nueva luz, la actitud analítica define una característica que se alimenta de todos los ámbitos incluidos en el esquema de Mercè Martínez. No proviene de ni pertenece a disciplina específica alguna. Es una actitud ante la vida y ante los sentidos que generamos para explicárnosla. Sería justo pensar que un grupo de análisis, el contexto grupoanalítico creado en aquella misma época sobre todo por Juan pero también sus colegas, es el lugar indicado donde la actitud analítica de los miembros sea una condición sine qua non. En otras palabras, Juan Campos no sólo libera el análisis de sus orígenes psicoanalíticos sino que crea un lugar socio-profesional y social para su desarrollo a salvo de cualquier apropiación disciplinar. Promover en el mundo virtual una actitud analítica y un contexto grupal de análisis donde esta sea operativa, será posible siempre y cuando haya personas dispuestas a ser portadoras de la primera y un grupo cuyo objetivo sea sostener el segundo.

Volvamos al retazo de historia que cuenta la experiencia de Juan como reportero de un Workshop. La idea de Reporter, de reportero, del que intenta comprender grupoanalíticamente e informar sobre lo que pasa “entre” individuos y grupos y entre grupos en un contexto grupal más amplio, parece una manera acertada de describir el “no lugar” y la función de un grupoanalista. Cuando se dio aquel diálogo con Pat de Maré, Juan sentía que se trataba de un momento importante para él y lo expresó diciendo: “Cada cuando en cuando en nuestra labor de interminable búsqueda encontramos una pepita de oro de sabiduría que nos podría ayudar a vivir mejor. La cuestión es si la transformamos en joya y la regalamos una y otra vez para el disfrute de todos o si la acaparamos y la amontonamos con el resto como símbolo y seguro del poder”. No sabemos si su idea y finalmente la nuestra sea la de que la transformó en joya, pero lo que sí sabemos es que aquella experiencia le llevó inter alias a una década larga de cuestionar su propia identidad profesional y de investigar la identidad del grupoanalista o de cualquiera que sea portador de la actitud analítica en un proceso de cambio. Por razones de claridad es necesario empezar por el final: No ha sido posible investigar en colaboración con los colegas la identidad del grupoanalista ni en grupos presenciales ni, en consecuencia, en grupos virtuales. Juan Campos se encontró con insuperables resistencias individuales, institucionales y sociales a las investigaciones propuestas y, en última instancia, al cambio. Desde esta perspectiva, su obra entera es una investigación y un esfuerzo contínuo de encontrar y proponer recursos para superar estas resistencias al cambio, que en resumidas cuentas también son resistencias de pasar de una visión individualista del mundo a una comunitaria. Durante la primera parte de los años ochenta del siglo pasado entre muchos otros proyectos investiga cómo la resistencia al cambio pasa de manera inconsciente de generación en generación a través de los modelos de identificación implícitos en los sistemas de formación[4].

La reflexión sobre la formación a Juan Campos le lleva a formular su concepto de Plexus profesional. Seis trabajos presentados a finales de los años ochenta y principios de los noventa del siglo pasado dan cuenta de estos años de investigación sobre ¿quién es este grupoanalista portador de la actitud analítica?[5] De alguna manera ésta también es la pregunta de fondo en el diálogo con Pat de Maré.  Pero esta pregunta para Juan no es simple curiosidad narcisista ni académica. Comentaremos los rasgos esenciales del concepto de Plexus profesional ya que consideramos que, por un lado, clarifica el porqué de las resistencias encontradas a la investigación de la identidad del grupoanalista y, por otro, servirá para plantear con más conocimiento de causa las posibilidades del desarrollo grupoanalítico en Internet.

Los principios foulkesianos para comprender la situación grupoanalítica y sus procesos de cambio son la teoría reticular de la neurosis y el concepto de matriz dinámica grupa. Juan considera que la base teórica es más bien un trípode que debe incluir una tercera pata, el Plexus personal y profesional del terapeuta, que interviene en cualquier situación grupoanalítica, ya sea esta principalmente terapéutica o de investigación. Con el concepto de Plexus profesional Juan Campos se refiere a los procesos de entrenamiento, formación y organización social de los terapeutas, es decir a las maneras cómo el profesional científico desarrolla su actitud analítica, conceptualiza, organiza y justifica su práctica y se convierte en agente de cambio.  El Plexus profesional del terapeuta, afirma, puede tener características distintas a lo largo de su vida profesional y debiera,  en consecuencia, variar en función de las necesidades de los miembros y del grupo como  un todo.  Más aún, la conceptualización del Plexus profesional le lleva a la diferenciación de los grupos por los que el terapeuta transita durante su vida profesional. Ningún terapeuta, sentencia, puede  vivir  en  aislamiento, y menos  si  es  analista.   Precisa, primero, un grupo de colegas de quienes aprender el oficio,  y con el cual él se identifica,  necesitará luego un grupo  al que pertenecer que le respalde y acredite y,  finalmente, requiere un grupo  fiable  de  colegas  donde  existan   las  condiciones  de seguridad psicológica y material suficientes para poder referir y seguir  procesando sus  experiencias y contrastando sus  ideas. A estos tres tipos de grupo denomina respectivamente  grupo de identificación, grupo de pertenencia y grupo de referencia.

Es importante apuntar que el Plexus profesional es un concepto radicalmente grupal, es decir que va más allá de cualquier mente encerrada en un cráneo y de cualquier persona contenida en una piel, aunque los incluya y los integre. Tampoco se puede hablar del Plexus profesional en abstracto, sino única y exclusivamente a partir de la experiencia personal de cada uno en un momento y una situación dados.

En cuanto a las resistencias de los colegas a interesarse en las investigaciones grupoanalíticas de Juan Campos y aceptar los marcos de referencia conceptuales desarrollados por él, consideramos que el Plexus profesional ilumina decididamente a estas resistencias. Es nuestra convicción que el Plexus profesional es un concepto analítico que opera sobre el acceso al inconsciente social de la misma manera que el concepto de transferencia opera sobre el acceso al inconsciente individual. El cambio social o individual depende de la operatividad de ambos conceptos en momentos diferentes según el contexto y objetivo del grupo, los miembros que lo componen y la actitud analítica del grupoanalista que lo convoca.

La respuesta sobre la posibilidad del grupoanálisis como motor de cambio, social o individual, convocado en presencia o en el espacio virtual, depende de la asunción del marco de referencia conceptual aquí expuesto.

Los proyectos llevados a cabo en el espacio virtual de Internet e incluidos en la contextualización de la etapa 1998-2008 se refieren a tres ámbitos:

  1. Transmisión virtual de algunos conceptos grupoanalíticos;
  2. Concepción histórica como referencia grupoanalítica; y
  3. Testimonio personal y transmisión virtual del grupoanálisis.


[1]  En Bilbao se daban todas las circunstancias para tener que cuestionar a fondo su propia manera de enseñar. Considerando que su encargo en principio era para un año, decidió que para la salud docente de este grupo era importante evitar en lo posible la identificación masiva del grupo con el «maestro», o la doctrina de la que éste es portador. Así que Juan planteó la supervisión como una co-visión compartida,  grupo-gestada, de manera que una vez terminado su contrato, los grupos de co-visión pudieran continuar su labor como pares y colegas por su cuenta. El capítulo de Juan en Psicología Dinámica Grupal, «Psicoanálisis, psicoanalistas y psicoterapias grupales», lleva fecha de 7 de Mayo de 1979, es decir del final de su primer curso de supervisión. Dice Juan: “Estoy seguro de que muchas de estas ideas se gestaron en mis idas y venidas a Bilbao y gracias a la influencia de este curso. Supervisar en Bilbao fue para mí una de las más arriesgadas y afortunadas decisiones tomadas a lo largo de mi vida profesional. Me obligó a revisar mis propios esquemas y mi propia identidad individual y grupal, y a hacerlo grupoanalíticamente, lo cual ha sido causa de sinsabores que Vds. no pueden imaginar”  Ver: 1979 / 1980  Psicoanálisis, psicoanalistas y psicoterapias grupales. En N. Caparrós (Ed.).Psicología Dinámica Grupal. (11-44). Madrid: Fundamentos.

[2] Juan fue el Reporter del Anual Winter Workshop de Londres de 1981. Incluimos su Report y aquí están sus comentarios: “Me movía libremente entrando y saliendo de todos los grupos; grupos de experiencia, de actividades, de conferencias, sesiones plenarias, grupos grandes y grupos de staff pero no pertenecía a ninguno. Debe de haber en mi personalidad un defecto de carácter o exceso que no me trae beneficio alguno al hacer este trabajo pero creo que sí lo aporta al grupo. Cuando uno se encuentra en esta posición y responde a la expectativa de la tarea, resulta ser un estrés tremendo. Al comentar esto con el grupo de staff, todos escucharon con simpatía, hasta que Pat de Maré me salvó con la interpretación de ‘Pero, Juan, tu eres el terapeuta del Workshop.’ Comprendí y aprendí de que para hacer este trabajo uno debería ser reconocido como tal y pagado para soportar esta función. Cada cuando en cuando en nuestra labor de interminable búsqueda encontramos una pepita de oro de sabiduría que nos podría ayudar a vivir mejor. La cuestión es si la transformamos en joya y la regalamos una y otra vez para el disfrute de todos o si la acaparamos y la amontonamos con el resto como símbolo y seguro del poder.”

[3] También en esta tarea nos puede ayudar enormemente el esquema desarrollado por nuestra colega Mercè Martínez Torres.

[4] Véase:

[5] Véase la introducción a la etapa 1988-1998. Para los que no están familiarizados con el concepto o la obra de Juan, quizás el más clarificador sea el de 1991 “Il laboro formativo e rete profesionale nei formatori” presentado al Congreso de la Compañía Eléctrica Italiana sobre el tema de la formación de los formadores.

 

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