1988-89: El Proceso de Identificación y Profesionalización como Grupoanalista


Entre 1998 y 1989 Juan presenta cinco trabajos que dan cuenta de sus avances y de los diferentes caminos de interrogación que finalmente le abocan a formular definitivamente su concepto de Plexus Profesional, desarrollado a partir del de Plexus de Foulkes y que le permite dar unos pasos creativos más allá del legado foulkesiano.


El primer trabajo a finales de aquella década Juan lo presenta en las Jornadas de inauguración de SEGPA en Madrid con el título “Plexus del terapeuta: desde la identificación grupal a la identidad profesional”. Según el autor, el círculo que simboliza el pequeño grupo se expande y crece hasta convertirse en una tabla redonda que descansa sobre un trípode que, a nivel teórico, tiene tres patas: la teoría reticular de la neurosis; la matriz dinámica grupal de la situación terapéutica; y los procesos de entrenamiento, formación y organización social de los terapeutas, que él denomina Plexus Profesional.  Este último se ocupa de las maneras cómo el profesional científico, el psicoterapeuta, desarrolla su actitud analítica, conceptualiza, organiza y justifica su práctica y se convierte en agente de cambio. El Plexus Profesional del terapeuta, afirma Juan, puede tener características distintas a lo largo de su vida profesional y debiera,  en consecuencia, variar en función de las necesidades de los miembros y del grupo como  un todo.  Ningún terapeuta puede  vivir  en  aislamiento y, menos  si  es  analista.   Precisa, primero, de un grupo de colegas de quienes aprender el oficio,  y con el cual él se identifica,  necesitará luego un grupo  al que pertenecer que le respalde y acredite y,  finalmente, requiere un grupo  fiable  de  colegas  donde  existan   las  condiciones  de seguridad psicológica y material suficientes para poder referir y seguir  procesando sus  experiencias y contrastando sus  ideas. A estos tres tipos de grupo denomina respectivamente  grupo de identificación, grupo de pertenencia y grupo de referencia.
Juan asimismo advierte una vez más que el grupo de análisis, el grupo donde el análisis es posible o no, es aquel en el que nos encontremos. Hablar del Plexus Profesional del terapeuta no se puede hacer en abstracto, sino única y exclusivamente a partir de la experiencia personal de cada uno… y, en consecuencia, sugiere que los espacios de las Jornadas en las que presenta este trabajo podrían servir al fin de compartir experiencias y pensamientos al respecto.
El hecho de que el Plexus Profesional varíe en función del grupo en el que se encuentre el profesional, hace que Juan tenga un interés particular en los diferentes grupos asociativos de los profesionales. En este sentido da gran importancia a que la IAGP tenga un su seno tanto miembros individuales como asociativos, y que la recién fundada SEGPA, y una ya más afianzada  sociedad como la SEPTG sean miembros asociativos de la CAOA, es decir que tengan este espacio como un grupo más entre grupos donde “contrastar sus hipótesis en el terreno operativo que les corresponde”.


El segundo trabajo de 1989, “El grupo, cincuenta años después de Freud”, Juan lo publica en el número de la revista Clínica y Análisis Grupal dedicado al 50 aniversario de la muerte de Freud.  ¡Y Juan se sabía su Freud! Intenta retrazar el plexus profesional de éste. Juan, al igual que Foulkes, seguía manteniendo y reelaborando su identificación con el legado de Freud. ¿Qué es lo que les ha marcado del plexus profesional de Freud? ¿Por qué el grupoanálisis ha tardado tanto en desarrollarse como ciencia y como método? Para Juan la tardanza, entre otras causas, se relaciona con los grupos que Freud estableció y que se establecieron a su alrededor; grupos de identificación primaria con el líder o las ideas líder. A medida que crece el grupo aparecen problemas de soberanía y poder difíciles de elaborar sin referentes grupales. El funcionamiento “pseudo-grupal” de esta comunidad científica y profesional viene fielmente deletreado en Psicología de las Masas y Análisis del Yo. En cuanto a tal identificación y analizando su propio proceso, Juan comenta que “hace diez años todavía buscaba recetas para leer a Foulkes ¡y a Freud! con ánimo de entenderlos y habiendo desde entonces aprendido algo respecto al arte de la lectura, hoy me conformo en hacerlo con ánimo de entenderme y de entendernos.” Opina que si bien Freud ha muerto, la institución psicoanalítica ortodoxa sigue viva, y el supuesto potencial revolucionario del psicoanálisis no se nota en el desarrollo de la sociedad moderna, más bien es absorbido como una terapia más al servicio del malestar en la cultura. Tres de los primeros seguidores de Freud que experimentaron analíticamente con grupos tuvieron que aguantar una confabulación de silencio. El grupo como lugar de tratamientos analíticos y el estudio del grupo como objeto de psicoanálisis es un desarrollo post-freudiano, un producto de la Segunda Guerra Mundial. En este trabajo, Juan Campos describe con precisión los contextos y trabajos en los que Freud mismo se dedica a formular las condiciones para que el Psicoanálisis pudiera llegar a ser una psicología profunda y aplicable a todas las ciencias mentales. Sería preciso dar un doble paso: 1) desde la psicopatología a la psicología normal del individuo y 2) desde la psicología del individuo a la psicología colectiva. En “El malestar…” no considera desencaminado llevar a la práctica una disección analítica de las comunidades culturales, aunque preguntándose 1) cuál sería el telón de fondo en un grupo en el que todos los miembros estuvieran afectados por un mismo trastorno y 2) en el caso de que el diagnóstico de neurosis social fuera correcto, quién tendría la autoridad de imponer el tratamiento al grupo. Trigant Burrow —a quien Freud conocía personalmente y con quien mantuvo años de correspondencia— en aquel entonces ya había formulado su teoría sobre la neurosis del ser humano como especie. Burrow fue uno de los psicoanalistas radicalmente silenciados.

“Las actitudes negativas que asumimos Freud mantuvo en contra de un análisis grupal en su propia institución, que sin duda la comunidad psicoanalítica como un todo ha heredado, merecen más atención que la que hasta ahora han recibido. El problema es grave. Pues, siguiendo el argumento del telón de fondo, si una comunidad cultural se atreviese a hacer consciente lo que en ella es inconsciente y, en consecuencia, a sanar, se vería automáticamente aislada por la comunidad neurótica pero estadísticamente sana. Es de suponer que fue esto lo que sucedió con la Lifwynn Foundation de Trigant Burrow; y lo que impidió que la Group Analytic Society (London) fundada por S. H. Foulkes se aplicara a sí misma los principios generales del Grupo Análisis que se derivan y por las que se rigen las psicoterapias grupoanalíticas.”

En 1989 Juan reafirma lo que decía ya en 1963: “El psicoanálisis en situación dual, es un instrumento inadecuado para el estudio de los fenómenos de grupo. Las teorías que acerca de la psicología de los grupos se habían venido formulando, con antelación a la aparición del análisis de grupo, eran puro psicoanálisis aplicado, especulaciones teóricas sin una base experiencial. La psicoterapia analítica de grupo precisa de una teoría acerca de la personalidad tanto como de una acerca del funcionamiento psicológico y dinámico de los grupos y de la interrelación entre ambos. Hasta el momento nadie ha sido capaz de ofrecer una teoría integrada y satisfactoria del hombre como individuo y como miembro de un grupo… ” Sin embargo en 1989 Juan se hace la siguiente autocrítica: “Lo que me parece estaba pidiendo a gritos es que nos dejemos de análisis aplicado y empecemos con la clínica; que lo apropiado no es hacerlo tan solo de individuos sino en el grupo y con el grupo, literalmente en este caso lo que pedía era un poco más de “clínica y análisis… ¡grupales!” Y añade: “El furor terapéutico y el entusiasmo por la formación que demuestro son explicables en un joven médico recién graduado en psicoanálisis, ¿pero dónde fue a parar mi formación analítica grupal que tomé simultáneamente para evitar los efectos secundarios de la primera? Lo que me impresiona es la inconsecuencia que demuestro: a la hora de producir teoría, detrás de este “nadie” no está un grupo o un grupo de grupos, lo que está es el genio del individuo singular, ya estamos otra vez con el árbol fálico que nos impide ver lo más frondoso y bello del bosque; al parecer aún suspiro ‘por ese alguien que algún día se atreva a embarcarse con la patología de comunidades culturales’ y que nos traiga de allí de las abismales profundidades del inconsciente la teoría reveladora, en otras palabras la Biblia! ¿Qué pido, por quién suspiro  un nuevo Freud, una Melanie Klein, un Pichón Riviére, un Bion, un Foulkes, un Meltzer, un Lacan?”

Estas autocríticas le reafirman a Juan en la necesidad de trabajar en grupo. Siempre será el grupo en el que se encuentre en el presente, el que hará posible o no el cambio. Los grupos impulsados por él conjuntamente con otros durante aquellos años son muchos y diversos. Su trabajo le lleva a la convicción de que “lo único transferible de una situación bi-personal a una multipersonal de análisis psicológico es la actitud analítica de la que es portador el analista. En grupoanálisis el orden de los sumandos, de las personas incluidas en una situación analítica ¡sí altera el producto! La “clínica y análisis grupal” de una praxis analítica, debe tener bien en cuenta el factor número como así también el que le viene impuesto por ideologías intrínsecas al sistema a la hora de avanzar principios teóricos, técnicos y prácticos bajo los que va a formar a otros analistas y a modelar el desarrollo organizativo del grupo que los sustenta.”


El tercer trabajo de 1989 Juan lo presenta, curiosamente, en aun otras Jornadas fundacionales, esta vez de la APAG en Bilbao, con el título “La identidad del grupoanalista freudiano, hoy. Es un trabajo lleno de historia ya que Juan a finales de los años setenta y durante la primera mitad de los ochenta viaja regularmente al País Vasco para contribuir a la formación de psicoterapeutas grupales que allí se llevaba a cabo. Introduce el trabajo con el siguiente monólogo de preguntas y respuestas:

*Muerto Freud en Inglaterra
*Las Psicoterapias Analíticas de Grupo
en los campos de Northfield empezaron a verdecer
PERO…
*¿Fueron analíticas las terapias de grupo allí iniciadas por Bion y Foulkes?
¡NO SÉ!
*¿Fue analíticamente cómo Freud en vida erigió y condujo los grupos a quienes confiar después SU Psicoanálisis?
¡NO SÉ!
*Lo que sí sé, es que aquí, en el País Vasco, a principios de los setenta, el Psicoanálisis tuvo una segunda oportunidad
de hacerlo como grupo, analíticamente…
PERO…
.*¿La supimos aprovechar?
¡TAMPOCO, LO SÉ!
*LO QUE SÍ SÉ, insisto, es que aquí sí se intentó hacerlo analíticamente por vía del grupo. Si se consiguió o no,
¡ESTA  POR  VER!

El énfasis de estas reflexiones está en “analítico” y es desde este adjetivo que Juan aborda una vez más el tema de la identidad del grupoanalista. Cuando escuchó por primera vez el trabajo de Foulkes sobre «La cualificación como psicoanalista, ¿una ventaja o un inconveniente para el futuro Grupo Analista?” fue para él una interpretación mutativa. “Impactó -como dice- directo en la Santa Barbara de mi yo profesional”. El argumento del trabajo es que las resistencias que uno adquiere en el early imprinting como psicoanalista, harán que uno desarrolle actitudes, a modo de defensas, en contra de un trabajo analítico grupal. Quien quiera seguir una doble formación, dice Foulkes, que empiece con un análisis grupal y lo complete si es necesario con un pulido artesanal individual, aunque éste no tiene porqué ser demasiado largo. Juan se cuestiona su identidad profesional: “¿En qué quedamos? ¿Soy un psicoanalista que hace psicoterapias de grupo? ¿Soy un grupoanalista que hace grupoanálisis incluso cuando tumba pacientes en el diván? O ¿ni una cosa ni otra, o ambas cosas a la vez, o todo igual pero contrario? Empecé a entender que haya quien diga que el grupoanálisis es un ¡entrenamiento para la incertidumbre!” Le llevará más de una década de posicionarse y elaborar su herida narcisista.
Cuestionando su propia identidad como grupoanalista le aboca a críticamente evaluar sus esfuerzos como formador. En décadas anteriores ya había intentado introducir una visión grupoanalítica en la formación de profesionales sanitarios y la enseñanza de futuros médicos, buscando situaciones en los que la enseñanza, el aprendizaje, el estudio clínico y la investigación se complementasen simultáneamente, pero con más bien poco éxito.
Sin embargo, al llegar a Bilbao y constatar que allí la formación había empezado por su vertiente grupal, Juan pensaba que se daban unas condiciones únicas para poner a prueba las hipótesis de Foulkes. De ahí las preguntas que se hace al principio de este trabajo. En Bilbao se daban todas las circunstancias para tener que cuestionar a fondo su propia manera de enseñar. Considerando que su encargo en principio era para un año, decidió que para la salud docente de este grupo era importante evitar en lo posible la identificación masiva del grupo con el «maestro», o la doctrina de la que éste es portador. Así que Juan planteó la supervisión como una co-visión compartida,  grupo-gestada, de manera que una vez terminado su contrato, los grupos de co-visión pudieran continuar su labor como pares y colegas por su cuenta. El capítulo de Juan en Psicología Dinámica Grupal, «Psicoanálisis, psicoanalistas y psicoterapias grupales», lleva fecha de 7 de Mayo de 1979, es decir del final de su primer curso de supervisión. Dice Juan: “Estoy seguro de que muchas de estas ideas se gestaron en mis idas y venidas a Bilbao y gracias a la influencia de este curso. Supervisar en Bilbao fue para mí una de las más arriesgadas y afortunadas decisiones tomadas a lo largo de mi vida profesional. Me obligó a revisar mis propios esquemas y mi propia identidad individual y grupal, y a hacerlo grupoanalíticamente, lo cual ha sido causa de sinsabores que Vds. no pueden imaginar.”
En años sucesivos, crea junto a otro colega bilbaíno una comunidad grupal de enseñanza-aprendizaje total, gracias a que el análisis como grupo permitía el trabajo como grupo, es decir aquella armoniosa acción cooperativa de la que habla Bion. “Yo mismo aprendí mucho de este curso, entre otras cosas a leer, a escribir y a pensar…  y eso gracias a que en cursos sucesivos fuimos imponiendo, 1º la operación lectura, 2º la de lector a escribidor y 3º la desde el autor a la autoría. Siempre fue mi convicción que el dar títulos es cuestión de la Universidad, dar garantía profesional cuestión de colegios profesionales reguladas por los poderes públicos y que para nuestra educación continuada y el progreso y desarrollo teórico y práctico de las ciencias que cultivamos nos bastan a nivel nacional asociaciones doctas, learned societies como ésta o como la que con propósitos semejantes fundamos en Madrid en Junio del año pasado.”
Desde 1975 Juan viene elaborando el problema de la doble identidad grupal e individual del psicoterapeuta analítico grupal.  Opina que a los experimentos de Bilbao les correspondería un papel decisivo en tender un puente entre Universidad, asistencia pública y práctica privada, entre Psicoanálisis ortodoxo y no tan ortodoxo, entre Psicoanálisis de individuos, psicoterapias analíticas de grupo y terapia analítica de la comunidad.


Una vez más, el Plexus Profesional, Un modelo de grupo radicalmente grupoanalítico

El titulo del cuarto trabajo de 1989 es Un prototipo de modelo grupal para el Psicoanálisis: Desde el <<Grupo de a dos>> a los <<Grupos de 2 + n personas>>, que presenta una elaboración final sobre el concepto de Plexus Profesional. Este trabajo se presenta en el Congreso de Milán convocado por la Asociación de Psicoterapia de Grupo bajo el lema “Modelos psicoanalíticos actuales de grupo”. Vale recordar que los colegas italianos tanto de Milán como Roma y Palermo son conocedores de la obra de Foulkes —y por descontado de la obra de Freud— y desde los años sesenta existe una colaboración continua con Juan. Les unen intereses comunes en el desarrollo grupoanalítico a nivel local, europeo e internacional. Quiero decir que, aunque se trate de un trabajo amplio en relación al concepto de Plexus Profesional y cuyos argumentos se adentran en el desarrollo de las ideas en relación a lo grupal, la historia del psicoanálisis y del grupoanálisis y de las propuestas para los grupos responsables de la formación de los psicoterapeutas y grupoanalistas, Juan en aquella ocasión habló a un público habituado al recorrido de su pensamiento; y me temo que los colegas que siguen el desarrollo del concepto de Plexus Profesional presentado aquí también tendrán que encontrar su camino a través del ideario de las propuestas que el autor hace en relación al Plexus Profesional y la formación de profesionales. El tema del Congreso sobre Modelos grupales fuerza a Juan Campos a presentar argumentos que dan al Plexus Profesional categoría de modelo grupal radicalmente grupoanalítico. Aquí se hará hincapié en las cuestiones que tratan del antes y del después de asumir o no asumir una propuesta.
Cuando en 1975 S. H. Foulkes le encarga la traducción y publicación de su último libro Método y Principios y cuando en los años que siguen Juan prepara como introducción sus “Comentarios a un Prólogo Póstumo de S. H. Foulkes”, es cuando se interesa más y más por la obra de su introductor y maestro en grupoanálisis. Es en este libro que Foulkes utiliza por primera vez la expresión Plexus, como abreviación de complexus, para referirse al viejo concepto de network o nexus que ya utilizó por traspolación a redes sociales en su revisión del Segundo volumen de El Proceso de Civilización de Elias en 1940. Decía Foulkes en 1948: “El individuo es parte de una red social, es un pequeño punto nodal de esta red, y que sólo puede artificialmente ser contemplado en aislamiento, cual pez fuera del agua”. Para Foulkes, el concepto de Plexus es fundamentalmente un concepto clínico, referido al paciente y a sus redes sociales cercanas de familia y de amigos. Pero, se preguntaba Juan: “¿Cabe estudiar al terapeuta, al conductor de grupos analíticos, en estado de aislamiento?”
En aquel entonces Juan produce dos giros conceptuales al mismo tiempo. Por un lado propone que el Grupo Análisis se asienta sobre un trípode conceptual: la Teoría Reticular de la Neurosis, la Matriz Dinámica de Grupo y, al que por otro lado añade, el Plexus Profesional, concepto adaptado del de Plexus de Foulkes, con el que Juan se refiere “a los grupos de los profesionales, aquellas redes íntimas de personas y circunstancias que se relacionan con las maneras cómo el profesional científico, el psicoterapeuta, desarrolla su actitud analítica, conceptualiza, organiza y justifica su práctica y se convierte en agente de cambio terapéutico.” Parece que no hemos llegado ni a adivinar, ni a tomar conciencia, ¡lo radicalmente grupal que resulta ser esta tercera pata del trípode conceptual del Grupo Análisis! El Plexus Profesional presupone aceptar con todas las consecuencias la hipótesis foulkesiana de que todos los procesos mentales son de naturaleza transpersonal; concierne  lo grupal de los grupos entre grupos.
Pero Juan Campos sigue preguntándose. Decía Juan, que Foulkes siempre afirmaba que el Grupo Análisis es un método de terapia en grupos pequeños, pero también un método para estudiar grupos y el comportamiento de los individuos humanos en sus aspectos sociales. “Después de casi quince años de prácticamente no hacer otra cosa –se preguntaba Juan entonces- ¿sirve el grupoanálisis también para estudiar los grupos que forman los psicoanalistas para el desarrollo teórico y práctico del Grupo Análisis? Sus experiencias en y con todo tipo de grupos de profesionales, psicoanalistas y grupoanalistas forman gran parte de este trabajo.
Si comparamos el modelo clásico de grupo de formación en Psicoanálisis y la red de formación en interacción –training network in action– en Grupo Análisis veremos que ambos se apoyan sobre aun otro trípode fundamental: Experiencia analítica personal en el método que uno luego quiere aplicar a otros,  supervisión por colegas más experimentados, y transmisión de la teoría y técnica. Lo que es radicalmente distinto es el modelo de desarrollo profesional con el que se opera. El primero está basado en el «modelo de a dos» descrito por Freud en Psicología de las Masas, totalmente en consonancia con la estructura de la familia patriarcal o de la horda primitiva prevalente en una comunidad cultural cuya neurosis se expresa en actitudes competitivas, posesivas y egocéntricas y en el que el orden esta en ir ascendiendo a través de una escalera jerárquica. El segundo, en cambio, es un modelo –en principio— democrático y evolutivo basado en una acción cooperativa, donde las necesidades, las dependencias del analista se van satisfaciendo guiadas por aquel principio de progresivo «decrescendo» de Foulkes.
Esto último se relaciona con una propuesta innovadora de Juan en este trabajo.
Se trata de los tres tipos de grupo que un terapeuta en formación necesita:

  1. El grupo de identificación, aquel en que el alumno aprende y se identifica con su oficio y que debiera ser una institución temporal y no permanente, tanto para los alumnos como para los maestros –esta es la propuesta innovadora y parece revolucionaria si se llegara a implementar.
  2. El grupo de pertinencia a su vez es el que provee la cooperación precisa entre colegas en las relaciones con la sociedad en su sentido más amplio. Y,
  3. El grupo de referencia, en cambio, es el que permite al analista seguir avanzando en su propia ciencia, es el que aplica radicalmente a si mismo los principios que predica.

El quinto trabajo clave de aquel año 1989 está escrito en homenaje a Freud en el 50 aniversario de su muerte. El título es “Desde el sueño de Irma al sueño de Mira. ¿Sueños profesionales?”  Mira, Emili Mira y López fue el psiquiatra que en 1926 dio una serie de conferencias en las que introdujo el psicoanálisis a los médicos en la Academia de Ciencias Médicas de Barcelona. Sus explicaciones los ilustró con el famoso sueño de Irma como también un sueño propio. Juan añade un sueño de un catalán llamado Bernat Metge quien a mitades del siglo XIV escribió un librito en catalán sobre “Lo Somni” en el cual, naturalmente incluye sueños para ofrecer su interpretación. Juan, por un lado, comunica su interés por la historia, la historia del psicoanálisis y del grupoanálisis y, por otro lado, cómo los sueños ¿profesionales?, este camino real /al inconsciente también hacen de puente que lleva del psicoanálisis al grupoanálisis. Para mostrar cómo estos hilos conductores se extienden a través del tiempo Juan presenta en una tabla lado a lado el sueño de Freud de Irma tal como aparece en La Interpretación de los Sueños y la presentación que Mira hace de este sueño en sus conferencias sobre Psicoanálisis. Con argumentos de Freud sobre “lugares de alta concentración de inconsciente personal y social reprimidos” en la interpretación de sueños contados por otros, Juan resalta puntos que pasan desapercibidos en la versión original de Freud y que resultan clave para una reinterpretación de significados reprimidos por Freud… Desde un punto de vista grupoanalítico descubre un plexus profesional entre maestro y discípulo que no solamente evidencia las identificaciones inconscientes pero también las represiones sucesivas por parte de los soñadores o historiadores de los sueños. Foulkes “se sabía” su Freud; Juan “se sabía” su Freud y su Foulkes… pero no hay vuelta de hoja, para saber ciertas cosas de uno mismo necesitamos un grupo de confianza y de seguridad psicológica donde poder decir lo que simplemente nos pasa por la cabeza. Aquí hay un método. Según Juan, el sueño es a la vez un intento de comunicación, con uno mismo, con los que lo escuchan y con el mundo. Tiene una función de difusión cultural que permite la articulación de consciente e inconsciente, de pasado, presente y futuro, y de lo individual y lo social.

El concepto que directa e indirectamente articula la obra de Juan durante aquellos años es el de Plexus Profesional. Se trata de un concepto radicalmente grupal, que va más allá de cualquier mente encerrada en un cráneo y de cualquier persona contenida en una piel, aunque los incluya y los integre. Plexus Profesional presupone aceptar con todas las consecuencias la hipótesis foulkesiana de que todos los procesos mentales son de naturaleza transpersonal; concierne  lo grupal de los grupos entre grupos.

El Plexus Profesional se refiere a las redes sociales en las que se inserta el terapeuta, primero durante su formación y después en su vida profesional. La reflexión sobre la formación le lleva a Juan al concepto de Plexus Profesional y éste a su vez le lleva al análisis de las instituciones formativas y la cuestión de la institucionalización de la enseñanza.

Mirando hacia el futuro… Al final de la década de los ochenta, Juan da tres pasos que marcarán su trabajo profesional y el del grupo de colegas que colaboran con él:

  1. Toma contacto con Pat de Maré, autor que investiga las posibilidades del grupo grande, y le invita a compartir su práctica y su pensamiento con un grupo de colegas en Barcelona y en el symposium anual de la SEPTG en Pamplona.
  2. Por una serie de circunstancias, establece contacto con los miembros del grupo original de la Lifwynn Foundation, fundada por Trigant Burrow a mediados de los años veinte, activando un intercambio activo y constante durante años venideros.
  3. Tras años de afiliación a asociaciones de grupo nacionales e internacionales, establece con un pequeño grupo de colegas Grup d’Análisi Barcelona, asociación cooperativa de servicios, un grupo de referencia que sostendrá la futura labor grupal en diferentes ámbitos.

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