Epílogo (2012)


por Hanne Campos

Mercè, Pere y Hanne… llevamos más de tres años en el pequeño grupo de a tres —y con la inestimable colaboración de la voluntariosa familia de Mercè—  desenredando los hilos conductores del trabajo en grupo llevado a cabo durante unas décadas sobre todo junto a Juan, pero también con la participación de colegas que generosamente arrimaron el hombro a los proyectos propuestos… y que, por descontado, están siempre invitados a contribuir sus recuerdos, sus puntos de vista, sus singladuras. Por el momento, los hilos siguen el desarrollo de este grupo de análisis de larga gestación, presentado al público en Barcelona en enero de 1989, y se mantienen en tensión por la pregunta de fondo sobre el cambio, el cambio social, el cambio individual, lo que desearíamos, deberíamos o podríamos cambiar entre todos; tema que va y viene a lo largo de los años y que sólo se nombra como tal relacionado al grupoanálisis en un último proyecto de 2008 y en el presente Blog. Aquí se ordenan cronologías y temáticas. La historia compartida contiene y vincula los diferentes proyectos en su camino hacia este horizonte del cambio siempre más allá. El Blog también plasma los vínculos entre los plexus de Juan, Pere, Mercè y el mío propio. Allí está el análisis transmitido con singular transparencia por Juan y Pere, el grupoanálisis como manera de vivir  de Mercè, y mi análisis sistémico de las instituciones y sus posibilidades de cambio. Pero esto sería mi lectura y no deseo sostener posición ejemplar alguna, aunque me haya arriesgado a puntualizar algunos avances que parecen haberse dado particularmente durante la última etapa de nuestras experiencias. Sin embargo, todas estas son cuestiones que cada lector podrá descubrir y formular por sí mismo y de su manera.

Llegado a estos puntos suspensivos del Blog, quisiera compartir unas reflexiones en relación a los marcos de referencia para pensar e implementar el cambio en los ámbitos del conocimiento y de la experiencia. Las primeras, como si se cerrara un círculo, se refieren al cambio en el desarrollo de la investigación científica, tratado por Thomas S. Kuhn en su ensayo The structure of scientific revolutions [1]. En los años sesenta fue un libro que hizo época. Juan Campos con olfato certero de investigador lo ‘encontró’, estudió y subrayó línea por línea en un momento que empezó a interesarse en una reforma educativa para los profesionales de la salud. En sus indagaciones históricas, Kuhn descubre que los cambios revolucionarios, cuando se producen, son cambios de paradigma [2] de la ciencia en cuestión. Los cambios no se producen por acumulación en el desarrollo teórico y práctico de una ciencia. Los cambios paradigmáticos son de otro orden y se producen por razones independientes del desarrollo ‘normal’ conceptual, teórico, instrumental y metodológico de las ciencias, aunque los cambios en este último se puedan articular con los primeros. Estos descubrimientos plantean un punto de vista alternativo del avance científico y cambian la imagen que se tenía o aun se tiene de la ciencia. Dice el autor: Quizás tendríamos que abandonar la idea, explícita o implícita, que los cambios de paradigma acercan a los científicos y a los que aprenden de ellos más y más a la verdad. Estamos demasiado acostumbrados a ver la ciencia como una empresa que nos acerca constantemente a un objetivo predeterminado por la naturaleza — ¿Existe un “verdadero” conocimiento de la naturaleza?, anota Juan al margen. Pero, pregunta Kuhn, ¿ha de haber tal objetivo? ¿No podemos dar razón tanto de la ciencia como de sus éxitos en términos de desarrollo desde el estado de conocimiento de una comunidad en un momento dado? Y sugiere: Si pudiéramos aprender a sustituir ‘evolución de lo que sabemos’ por ‘evolución hacia lo que nos gustaría saber’, quizás una serie de problemas que ahora nos acucian desaparecerían.

El ensayo de Kuhn dejó su impronta en la intelectualidad de aquella época pero la ausencia de subsiguientes resonancias significativas hace pensar que la respuesta general de la comunidad científica fue la habitual de ésta frente a las novedades y la insinuación de cambios radicales: el silencio activo y pasivo. Precisamente fue esto uno de los muchos descubrimientos de Kuhn al investigar el fenómeno del cambio en las ciencias. El capítulo XI del ensayo se titula The Invisibility of Revolutions, anotado por Juan como Techniques of effective Science Pedagogy [3]. En él el autor trata la problemática más que compleja que se produce en la transmisión de la ciencia por el vínculo evolutivamente indisociable con el texto escrito, y la infinidad de fenómenos —negación, abolición, silencio, distorsión, interpretación errónea, etc. — que inter alias llevan a una visión acumulativa  de una ciencia determinada o la ciencia en general. Incluimos nuestra traducción de este capítulo XI [4] como pequeño homenaje al ensayo de Kuhn que sin lugar a duda despierta las resonancias que todas estas ideas han tenido en la obra de Juan hasta el último momento.

Kuhn trata en diferentes capítulos no sólo cómo se silencian descubrimientos y propuestas de cambio, sino nos muestra en sus análisis históricos de que parte de la actitud de los científicos es no esperar novedades o resultados inesperados, y cuando estos aparecen se interpretan como un fallo del científico o de sus instrumentos. Tampoco forma parte de los objetivos de la ciencia ‘normal’ suscitar fenómenos nuevos o inventar teorías nuevas y los científicos tienden a ser intolerantes con los colegas que las inventan. Podemos añadir que un paradigma en ciencia significa que hay solución y esta seguridad a veces y hasta cierto punto convierte la actividad de investigar en una actividad de puzle en la que el puzle en sí no tiene valor intrínseco, una actividad que hasta puede llegar a aislar a una comunidad científica de problemas socialmente importantes porque éstos no se pueden plantear en los términos del puzle.

Pero, como es sabido, lo que más le interesaba a Juan Campos tiene que ver con los elementos que condicionan la enseñanza, el aprendizaje y la formación de los profesionales. Y, tal como lo muestran sus subrayados del texto en colores varios, señal de múltiples lecturas, en esto Kuhn le ayudó a ver claro. Los científicos nunca aprenden conceptos, leyes o teorías en abstracto sino unidas a unas aplicaciones y unas maneras de solucionar problemas. Estos instrumentos intelectuales desde el principio se encuentran engarzados en una unidad histórica y pedagógicamente previa que los presenta con y a través de sus aplicaciones. Una teoría nueva siempre se anuncia junto a sus aplicaciones dentro de un ámbito de fenómenos ‘naturales’ sin las cuales no sería ni candidata a ser aceptada. La ciencia ilustra la generalización de que la verdad y la falsedad son de manera única y unívoca determinada por la confrontación de la afirmación con los hechos. La manera como la pedagogía de la ciencia enreda la discusión sobre teoría con comentarios sobre su aplicación sólo refuerza esta “teoría-confirmación”. La persona que lee un texto científico fácilmente toma la aplicación como evidencia de la teoría. Pero un alumno acepta la teoría por la autoridad de su profesor y el texto, no por evidencias. La aplicación que viene con el texto no está como evidencia sino porque aprendiéndola el alumno aprende los paradigmas que son la base de la praxis. Sin embargo, hay instancias cuando una teoría nueva rompe con una tradición de práctica científica, introduciendo reglas nuevas y un universo de discurso diferente.  Esto ocurre sólo cuando la tradición antigua se ha extraviado mucho y se produce una crisis que trae preguntas propias, como: ¿Qué es la investigación extraordinaria? ¿Cómo se hace ley la anomalía? ¿Cómo proceden los científicos cuando se dan cuenta que algo ha ido radicalmente mal, circunstancia  para la que su formación no les ha equipado para manejar? Estas son cuestiones [5] que Kuhn trata en el capítulo VIII sobre  The Response to Crisis. Considera que son cuestiones que necesitan investigarse y que requieren la competencia del psicólogo más aun que del historiador, ya que lo que interviene entre la primera sensación de problema y el reconocimiento de una alternativa al alcance, debe ser en gran parte inconsciente.

El texto de Kuhn merece ser asignatura obligatoria en todas las carreras y profesiones. El uso de paradigma para conceptuar el cambio es reciente y su utilidad en todos los ámbitos científicos parece asegurada por poco que nos adentremos en el tema. Lo que aquí se trae a diálogo muestra su utilidad en plantear las cuestiones urgentes de comunicación y convivencia que atañen a la humanidad y a los grupos humanos, y el camino que nos queda por recorrer en clarificar y solucionarlas.

Mis segundas reflexiones sobre el cambio me traen al presente. Se refieren al hecho frecuente de cambios idénticos o complementarios que surgen a la vez en diferentes campos de investigación, en este caso, y una vez más, la historia y el grupoanálisis. Concretamente me refiero al estudio de un historiador [6] de los cambios sociales del mundo europeo y occidental del último medio siglo. Este historiador nos hace sentir “en casa”, nos habla de nosotros, de los grupos en los que nos movemos, las diferencias que tenemos dificultad en conciliar y los consensos que deseamos tan ardientemente lograr. Como buen historiador, habla en nombre de un grupo de grupos en el cual los grupoanalistas son uno más. Siento que los lenguajes se encuentran, se sobreponen, a veces se diferencian, pero buscan siempre la comunicación y la comprensión de lo que por momentos parece incomprensible. Me permito citar libremente  por identificación con lo dicho en relación a un mundo compartido.

Políticamente, la nuestra es una época de pigmeos, sin embargo, es todo lo que tenemos. No sabe el autor cuán pigmeos nos podamos sentir al publicar este Blog. Pero esto no debe ser excusa para no buscar y encontrar el lugar y el momento para decir lo que pensamos y hacemos.

La disposición al desacuerdo, el rechazo o la disconformidad constituye la savia de una sociedad abierta. Necesitamos personas que hagan una virtud de oponerse a la opinión mayoritaria. En décadas recientes la disconformidad ha estado estrechamente relacionada con los intelectuales. Por desgracia, los intelectuales contemporáneos han mostrado muy poco interés serio en los aspectos clave de lo público. Si algo se puede leer en este Blog, y más las personas que le hayan conocido, es que Juan Campos ha mostrado siempre y libremente su disconformidad cuando le parecía. Tampoco es que se le pueda considerar un intelectual, al menos no en el sentido habitual de la palabra. Antes aun que grupoanalista, Juan desde siempre es investigador, científico, médico. Desde luego, no ha hecho virtud de su oposición a la opinión mayoritaria, pero la negación y el silencio han masificado la resistencia a sus propuestas y de esta manera han resaltado la disconformidad que él siempre manifestaba dentro de la ley —cosa que no siempre se puede decir de los que le silenciaron— y de los canales políticos existentes, o si acaso proponiendo y promoviendo el cambio de la ley.

De otra parte, no se trata tanto de si estamos de acuerdo o no, sino se trata de la forma en que debatimos nuestros intereses comunes. Renovar nuestra conversación pública parece la única forma realista de propiciar un cambio. Con unos sucedáneos de debates sobre la identidad o los criterios de pertenencia a tal o cual gremio, encontraremos que estos no sólo no fomentan la expresión de opiniones sino las suprimen junto con su posible expresión. No pensaremos de otra forma si no hablamos de otra forma. En el principio es el verbo… Los sucesivos workshops [7] organizados por Grup d’Anàlisi representan un esfuerzo continuo de llevar los debates sucedáneos a diálogos transformativos tanto en la forma como el contenido y los objetivos mismos. Quizás la contribución más creativa en cuanto a una renovación de la conversación pública es el que propone el esquema de tres culturas de Pat de Maré [8] —la Biocultura, la Sociocultura y la Cultura Ético-Koinónica [9] [10]— y que no sólo introduce la idea de un lenguaje de análisis diferenciado para cada cultura sino que integra los niveles conscientes e inconscientes de la comunicación. Todo el esquema se anuda en el diálogo como lugar de acceso a los diferentes lenguajes, de hecho a todos los lenguajes posibles, donde se debaten los intereses comunes con un mayor conocimiento de causa y más posibilidades de cambio. En principio el diálogo es un lugar de divergencia como también de integración donde, según el autor del esquema, “aprendemos a hablar unos con otros” y, según nuestras investigaciones, para que esto sea posible hemos de proveer grupos de diferente índole y tamaño relativamente estables de personas que se encuentren de manera regular y continua para discutir críticamente problemas comunes y explicitar las alternativas coherentes y las líneas éticas de cada uno y del grupo en particular.

Por otro lado, las críticas del sistema, los cambios que se necesitan dar han estado en el aire durante décadas. Ya debería estar claro que la razón por la que no se han producido, o no funcionan, es porque los conciben, diseñan y ponen en práctica las mismas personas en primera línea implicadas en el dilema y los conflictos. En este sentido el grupo de análisis sugiere promover “un grupoanálisis operativo en el que el proceso analítico de entendimiento, explicación y comprensión tiene el objetivo de operar sobre este mismo proceso de manera que la explicación y comprensión puedan cambiar y cambien a través del desarrollo de una epistemología y metodología convergentes”.

Parece obvio: Ya no hay lugar para la gran narración, la teoría exhaustiva en la que todo tiene cabida. El desarrollo del grupoanálisis como metodología confirma esta declaración. Quizás nosotros seamos ahora más conscientes de tener que arreglárnoslo sin ella. Tampoco podemos redescubrir el reino de la fe tal como se concebía antes. Pero tal situación no debería ocultarnos la importancia de la moralidad en los asuntos humanos. Necesitamos un lenguaje en el que expresar esta necesidad de moralidad. Incluso si admitimos que la vida no tiene otro fin superior, es necesario que adscribamos a nuestros actos un sentido que los trascienda. Necesitamos un lenguaje de fines. No hace falta que creamos que nuestros objetivos tienen buenas posibilidades de alcanzarse. Pero sí hemos de poder creer en ellos. Necesitamos explicitar nuestros objetivos y las alternativas para alcanzarlos de manera tan clara que podamos tener fe en nuestras decisiones y elecciones durante el proceso que lleva al siguiente punto de evaluación. Un grupo de análisis sería la base operativa de los proyectos, que asegura la alternancia entre grupos presenciales y virtuales, entre el diálogo y las elaboraciones por escrito, entre los grupos pequeños y los grupos más amplios, es decir la alternancia entre las metodologías que aportan perspectivas diferentes a los asuntos debatidos. Si nos lo proponemos, tiene que ser posible una articulación y complementariedad en función de cambios que deseamos lograr.

Epílogo… ¿Por qué se me habrá ocurrido de que escribamos unos epílogos? ¡Si este Blog es un epílogo! Wikipedia, inter alias: las pruebas y todo lo que debe servir de base a la conclusión. Parecería que al igual de que no hay la teoría, tampoco hay la conclusión. Aunque dejemos de estar nosotros, habrá otros que siguen el camino de la vida, de la conciencia —conocer juntos, como decía Juan—, del pensamiento, del sentir… Esperemos. De cualquier modo, una de las definiciones me hacía sonreír: epílogo, un descanso que se ofrece a la actividad de la imaginación y del sentimiento[11]… Pues descansemos un ratito, nos hará bien…

Pero como eso del pensar parece que no permite descanso, acabo en el presente. Esta mañana al leer la Contra de la Vanguardia, allí donde cada cual dice la suya, donde me siento compañera de este extraño viaje que es la vida, esta mañana un tal Woody Flowers [12] decía: …pero la educación presencial seguirá siendo el motor del progreso personal y social. ¿Por qué? Porque el contenido no es lo importante sino cómo enseñar a aprenderlo, de aprender a aprender se aprehende mejor y más deprisa en la relación personal… la capacidad de aprender y de mejorar como persona depende del trabajo presencial en equipo… Autoridad dixit. ¡Grupos a trabajar!



[1] Kuhn, T. S. (1962). The structure of scientific revolutions. Chicago-London: The University of Chicago Press.

[2] El paradigma —apropiación de concepto por Kuhn— de una ciencia tiene dos características esenciales: 1. Asegura que los logros de una ciencia son lo suficientemente originales, sin precedentes, para atraer un grupo permanente de partidarios desde otras actividades científicas en competencia. 2. Este campo científico a la vez debe ser lo suficientemente abierto para ofrecer todo tipo de problemas a resolver al grupo de profesionales que acaba de redefinirse. Cuando el paradigma deja de cumplir con estas funciones, la ciencia y los científicos entran en crisis y se acercan tiempos de cambio de paradigma. Aunque, el cambio de paradigma no se produce hasta que aparezca un paradigma nuevo que pueda tomar su lugar. Rechazar un paradigma significa que hay otro mejor para plantear los problemas acuciantes y las soluciones posibles.

Es importante notar que el cambio paradigmático se relaciona con lo que pasa entre los grupos que se adhieren ya sea al paradigma viejo, ya sea al nuevo. Es el punto que tanto le interesa y que comenta y subraya Juan hasta el último momento: “Cuando hablamos de la vida y obra de Trigant Burrow y S H. Foulkes, hablaremos del ‘proceso creativo’ implícito al cambio revolucionario que fue preciso dar al método individual de análisis de Freud a fin de llegar a descubrir en distinto momentos cada uno por su cuenta el Grupo Análisis…. Subrayado y anotado en 2008 el siguiente comentario manuscrito: “¡Esta idea me parece fundamental y debe ser planteada grupalmente no sólo desde el punto de vista personal, sino desde el punto de vista sociopolítico y cultural!,

[3] Kuhn, T. S. (1962). The structure of scientific revolutions. Chicago-London: The University of Chicago Press.

[4] Kuhn Cap. XI

[5] En un intento de clarificar estas cuestiones, son muchas las contribuciones de Juan Campos en momentos de crisis de los grupos asociativos a los que pertenecía.

[6] El lector encontrará todas las referencias en el capítulo 5. ¿Qué hacer? de Tony Judt (2010). Algo va mal. Madrid: Taurus, Pensamiento.

[7]Metamorfosis de Narciso: Identidad grupal o cultura grupal”; “Del psicoanálisis al grupoanálisis: El difícil camino hacia una cultura grupal”.

[8] Group Theories as con-text of group psychotherapy in particular and of group work in general, Hanne Campos, 1986

[9] 1986 Las Tres Culturas (Español). En Teorías de grupo como con-texto de la psicoterapia de grupo en particular y del trabajo grupal en general, Hanne Campos, 1986

[10] Para de Maré, Koinonia tiene que ver con un desarrollo pulsional radicalmente distinto al de la libido, finalizando no en amor sino en  amistad. Es una transformación gradual, a través del  diálogo, del odio mutuo generado en el marco del grupo en  compañerismo impersonal de Koinonia. La cultura Ético  Koinónica funciona en base a lo que el autor llama «logos  humanizado», el principio de significado, que representa un  trampolín  ético-cultural para observar las tres Culturas.

[11] Entre los antiguos se empleaba el epílogo para producir el efecto que se espera en los teatros de la actualidad, de los sainetes, que se representan después de una tragedia o drama, como para calmar las impresiones violentas que la pieza ha excitado. Era una especie de descanso que se ofrecía a la actividad de la imaginación y del sentimiento.

[12] Ingeniero y catedrático del MIT por más señas, impulsor de FIRST (For Inspiration, Recognition, Science and Technology) y otras muchas empresas de educación on-line.

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